El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha alcanzado la cifra de los 100 millones de dólares necesarios para la renovación del proyecto Yasuní-ITT. Si el 31 de diciembre no llegaba a la cuota acordada en 2010 entre el presidente de Ecuador y la ONU, el Parque Nacional Yasuní, Tierra Sagrada para las comunidades nativas, uno de los lugares con mayor biodiversidad del mundo situado en la amazonia ecuatoriana, corría el peligro de ser destruido.
Los 116.852.503,63 dólares conseguidos en 2011 han sido suficientes para que Rafael Correa no ponga en marcha el plan B: la creación de carreteras y pozos de extracción petrolífera con la consiguiente deforestación del parque declarado Reserva de la Biosfera desde 1989. Ya que si no llegaban a los 100 millones de dólares, el jefe de Estado amenazaba con la segunda alternativa: “Porque nuestra responsabilidad es con nuestro pueblo, todavía tenemos pobreza y no podemos dejar esos recursos que ayudarán a nuestro país”.
Y es que del subsuelo de Yasuní se pueden obtener 846 millones de barriles de petróleo, equivalentes a 7.200 millones de dólares (5.385 millones de euros). El presidente, consciente de la situación de dualidad económica que atraviesa su país, con zonas de extrema pobreza y una pequeña elite terrateniente, ofreció en 2007 dejar el combustible bajo tierra si la comunidad internacional le compensaba con 3.600 millones de dólares (2.693 millones de euros) en 13 años, evitando la emisión a la atmósfera de más de 400 millones de toneladas de CO2.
La Asamblea General de la ONU dio el visto bueno en 2010, pero sin un destino fijo al que iban las donaciones y con la ambigüedad del presidente ecuatoriano en la creación de un órgano para distribuirlas, se generó desconfianza en los países donantes. Por ello a partir de este mismo septiembre son administradas por la ONU a través del PNUD. Con los recursos recaudados, el fondo para el capital garantiza: la promoción de la energía renovable, la protección de zonas naturales y la fomentación del desarrollo sostenible.
Para que no ocurra como en los parques colindantes, que han sufrido graves daños ecológicos y conflictos sociales por la apertura de la selva al hombre industrial debido a la explotación de yacimientos de combustible fósil desde hace décadas, Alemania se ha comprometido a entregar 50 millones de euros anualmente. Ivonne Baki, responsable de la iniciativa ambiental Yasuní-ITT, aclara en declaraciones a EFE que las donaciones pueden ser privadas o institucionales: “Cualquiera puede aportar, vale con un dólar para salvar Yasuní”.
Regado por varios ríos afluentes del Napo, refugio del Pleistoceno donde las glaciaciones del Cuaternario no tuvieron efecto, corazón latente de la Amazonia, se descubre ante los visitantes un paraíso tropical cuya flora y fauna se ha conservado durante millones de años y desarrollado ante los ojos de las cuatro poblaciones indígenas supervivientes: Naporuna, Waorani, Tagaeri y Taromenane. Allí donde se pose la vista puede ser contemplada una insólita especie animal y vegetal. Kelly Swing, fundador de la Estación de Biodiversidad de la Universidad San Francisco de Quito, a orillas del río Tiputini, cataloga cada mes una especie nueva.
En la región ecuatoriana se encuentran parte de los glaciares andinos, selva amazónica y las islas Galápagos. Un gran patrimonio natural que debería ser económicamente más rentable que todo el petróleo extraído de las profundidades de Yasuní. “Si empiezan a construir carreteras todo está perdido” Swing se muestra muy preocupado por el futuro de este edén inexplorado, por las comunidades sedentarias o semi-nómadas que se encuentran en aislamiento voluntario y por la riqueza que hay en cada rincón del parque, santuario de más de 2.000 especies de árboles, 600 aves y cien mil tipos de insectos.
A partir de ahora el proyecto Yasuní-ITT se centrará en la difusión del parque a nivel internacional con la creación de la campaña “Yasuní recorre el mundo”. El objetivo marcado al que pretende llegar es a los 291 millones de dólares en 2012 para volver a salvar la naturaleza ecuatoriana, casi el triple de la cuantiosa cifra de este año que acaba de finalizar. Ivonne Baki recuerda que a pesar de la crisis económica que viven los países desarrollados, la ecológica no tiene vuelta atrás: “Ante la crisis climática mundial, si no hacemos algo ahora, va a ser muy tarde y va a costar muchísimo más”.
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