viernes, 19 de marzo de 2010

Entre la vida y la muerte


Durante estas semanas se debate en Cataluña la prohibición de las corridas de toros. Mientras, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, intenta hacer de los espectáculos taurinos un “bien cultural a proteger”.

Muchos claman por la unidad de España, se llevan las manos a la cabeza cuando aparece un estatuto de autonomía y levantan la voz ante los que piden que su región sea independiente respecto del Estado. Pero en materia de derechos para los animales, parecen volver la cabeza y dar más importancia a cualquier acontecimiento que afecte a la política o economía por insulso que sea. ¿Qué está pasando? Ellos también son seres vivos al igual que nosotros, al igual que todo elemento que provenga de la naturaleza y tenga vida propia. Las palabras Desarrollo sostenible son muy bellas, y se deben tomar en importancia, pero no por exigencias de la UE en la disminución del CO2 expulsado a la atmósfera, sino por iniciativa propia. Debe salir de nuestros corazones el amor hacia los seres que nos rodean.

El toro de lidia fue creado para un único propósito: divertir al ser humano. En la actualidad hay suficientes métodos de ocio por los que podemos optar que eviten la muerte de cualquier ser vivo. “Espectáculo de sentimiento, de pasión, de gusto, de desencanto, de alegría, de tristeza, de vida, de muerte, de respeto, de entrega y forma de expresión” son algunas de las palabras que utilizan los que aman la tauromaquia. Si necesitamos la muerte del animal, la batalla entre la bestia y el hombre, para sentir en nuestra piel sentimientos de pasión, alegría, tristeza… falta mucho por explorar en el campo sentimental.

Es cierto que si algún día estos espectáculos desapareciesen, probablemente el toro de lidia se extinguiría ya que no saldría rentable su crianza. Pero si las personas que los ven nacer hasta morir sólo miran por su bien personal, el económico, cómo van a comprender el maltrato animal. En la etapa de crecimiento de este portentoso mamífero, los machos son separados de la manada de las hembras para evitar la etapa del celo. Ello conlleva a enfrentamientos por la supremacía del toro dominante y a la monta del macho más débil por el resto. No se puede comparar el Uro, toro salvaje que se halla extinto, con el toro de lidia, totalmente modificado por el hombre para lograr sus objetivos.

La lucha contra el maltrato animal no debe verse envuelta en una sábana política, ni debe usarse para dichos fines. El ser humano debe ser responsable con sus actos y saber distinguir un espectáculo de un circo “romano”.

PAPB


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