La Comisaria Europea de Pesca, María Damanaki, quería aprovechar la reunión anual de la ICCAT en París para reducir las 13.500 toneladas permitidas a la mitad, consciente de los problemas que acarrearía la desaparición de un depredador tan importante en la cadena trófica. Lo que ella no preveía es la tajante posición que los principales países comunitarios han adoptado. En su contra se han alzado Francia, España, Italia y siete Estados más, mientras que la propuesta sólo ha sido respaldada por los gobiernos de Reino Unido y Suecia.
La primera intervención internacional de Rosa Aguilar como ministra de Agricultura y Medio Ambiente, ha sido cerrarse en una posición muy conservadora, apostando por los planes de recuperación actuales, con la intención de esperar a tener más resultados junto con la protección de otras especies, dejando de lado el compromiso que se mantiene desde el Convenio de Barcelona en el establecimiento de una reserva marina en las Islas Baleares, alegando que no protegerá nada hasta que el resto de países lo hagan. Los defensores de las medidas necesarias para la recuperación del atún rojo en 2020 se han sentido decepcionados con el gobierno español, manifestando su preocupación por la ignorancia que ha mostrado hacia los estudios científicos y la amenaza que supone eludir estos para la conservación de los 2500 puestos de trabajo generados por el sector tradicional.
El recorte fijado ha descendido a un 4%, lo que supone 110 toneladas menos para los pesqueros españoles, quedando con un límite de 2410 toneladas. La sanción más dura ha sido para Francia, que por los abusos cometidos, ha visto como su cuota ha sido recortada en 1500 toneladas. Las pesquerías tampoco aceptan la decisión con agrado, ya que en los últimos dos años su cuota se ha ido reduciendo a la mitad. Según el director del Grupo Balfegó, Juan Serrano: “el atún no está en peligro, hace poco las cuotas eran de 32.000 toneladas, con la que hay ahora en 2022 habría 60.000” En contraste, organizaciones como WWF piden la suspensión de la pesca industrial de cerco en el Mar Mediterráneo, defendiendo los esfuerzos realizados por las almadrabas, y abogando por la creación del Santuario en Baleares.
La recuperación de una de las especies más amenazadas del 2010 no sólo es cosa de dos. Cualquier ciudadano puede movilizarse por la defensa del mar, un recurso que pertenece a todos los humanos por igual. Así lo han entendido cerca de 50 empresas comerciales como Eroski, Carrefour, Ikea, Auchan,…negándose a ofrecer atún rojo; medio millar de establecimientos de lujo asociados a Relais et Châteaux; los restaurantes de sushi Itsu o Moshi-Moshi; cocineros españoles de la talla de Arzak, Martín Berasategui, Carme Ruscalleda, Sergi Arola, Karen Bell…convencidos de que su profesión ha de ser “la primera en dar ejemplo”; Adolfo Domínguez; Charles Clover;…
Hay una puerta abierta a la esperanza, España es el primer país en lograr la adaptación del atún atlántico a la cautividad en instalaciones sobre tierra.
PAPB